Rogó dibujarme, y yo no pude negarme.
Ocurrió que ese día estuve practicando el espionaje.
Debía vigilar todo movimiento de mi Poroto galán -es que anda muy chúcaro conmigo-
Segundo, el dibujante terminó siendo un pequeño niño.
Todo un bochorno para mí.
Finalmente le compré un helado, y caminamos juntos por el parque.
Segundo, el dibujante terminó siendo un pequeño niño.
Todo un bochorno para mí.
Finalmente le compré un helado, y caminamos juntos por el parque.